Errores comunes al intentar bajar de peso

Perder peso no es solo cuestión de dejar de comer o matarte en el gimnasio, aunque mucha gente sigue creyendo eso. Si alguna vez has intentado adelgazar y no lo has conseguido (o peor, recuperaste lo que perdiste), tranquilo: no eres el único. La mayoría comete errores muy comunes que sabotean todo el esfuerzo. Hoy te voy a contar cuáles son esos fallos para que los evites y puedas conseguir resultados de verdad.

Comer muy poco pensando que es la solución

Uno de los errores más típicos es dejar de comer casi por completo. Seguro que has oído a alguien decir que solo come una ensalada al día o que hace ayunos eternos para perder peso. ¿Y sabes qué pasa? Que tu cuerpo entra en “modo supervivencia”. Cuando comes muy poco, el metabolismo se ralentiza porque tu cuerpo piensa que no va a recibir comida y empieza a guardar todo lo que puede como grasa. Además, te sientes cansado, de mal humor y con unos antojos que ni te cuento. Lo peor es que cuando vuelves a comer normal, recuperas el peso perdido… y algo más.

Eliminar grupos de alimentos por completo

Otro fallo muy común es eliminar por completo grupos de alimentos. Por ejemplo, hay quienes demonizan los carbohidratos y los eliminan de su dieta pensando que son el enemigo número uno. Vale, es cierto que abusar de pan, pasta o dulces no ayuda, pero los carbohidratos saludables (como la avena, el arroz integral o las frutas) son una fuente de energía súper importante. Si los quitas, probablemente te falte energía para entrenar, te cueste concentrarte y acabes dándote un atracón en cuanto los veas.

Comer saludable… pero sin medir cantidades

También está la típica persona que se pasa de “healthy” y cree que puede comer cantidades ilimitadas de aguacate, frutos secos o aceite de oliva porque son sanos. Sí, son alimentos saludables, pero también muy calóricos. Comer un puñado de nueces es genial, pero un paquete entero ya no tanto. Controlar las porciones es clave, incluso cuando se trata de comida saludable.

Pensar que solo el ejercicio basta

Otro error enorme es confiar solo en el ejercicio y olvidarte de la alimentación. Mucha gente piensa: “como he ido al gimnasio, ahora me puedo comer una pizza entera”. Pero siento decirte que no funciona así. Es mucho más fácil comer 1.000 calorías que quemarlas. Para que te hagas una idea: un trozo de tarta puede tener 400-500 calorías, y tendrías que correr más de media hora para compensarlo. El ejercicio es importante, claro que sí, pero sin una alimentación equilibrada no verás grandes resultados.

Obsesionarse con la báscula

Hablemos de la báscula… ¿Eres de los que se pesan todos los días? ¡Error! El peso corporal fluctúa constantemente por mil razones: retención de líquidos, el ciclo hormonal, lo que comiste el día anterior… Si te obsesionas con el número, puedes frustrarte aunque estés haciendo las cosas bien. Es mejor pesarte una vez a la semana o fijarte en cómo te queda la ropa y cómo te sientes. Incluso tomar medidas con una cinta métrica puede ser más útil que mirar el número de la báscula.

Dormir poco y restarle importancia

Y ojo con el sueño. Dormir mal puede arruinar todos tus esfuerzos. Cuando no descansas lo suficiente, tus hormonas se descontrolan: aumenta la grelina (la hormona que da hambre) y disminuye la leptina (la que te hace sentir saciado). ¿El resultado? Tienes más hambre, más antojos y menos ganas de moverte. Si quieres perder peso, dormir bien es igual de importante que comer bien y hacer ejercicio.

Seguir dietas milagro o modas

Otro clásico: las dietas milagro o de moda. Seguro que conoces a alguien que ha probado la dieta de la piña, la sopa de repollo o el té detox. ¿Funcionan? Puede que al principio pierdas algo de peso porque estás comiendo menos, pero no es sostenible. Nadie puede vivir a base de piña o batidos para siempre. Cuando dejas la dieta, recuperas el peso perdido (y a veces más). Además, estas dietas suelen ser deficientes en nutrientes y pueden hacerte más daño que bien.

Beber poca agua y confundir sed con hambre

Y no podemos olvidarnos del agua. Mucha gente no toma suficiente agua y confunde la sed con hambre. ¿Sabías que a veces piensas que tienes hambre cuando en realidad solo necesitas hidratarte? Antes de lanzarte a por un snack, prueba a beber un vaso de agua y espera unos minutos. Puede que el hambre desaparezca.

Pensar en blanco o negro: o todo o nada

Por último, está la mentalidad de “todo o nada”. Esa que te hace pensar: “Como hoy me he comido un trozo de tarta, ya he arruinado la dieta. Da igual, me como la caja entera”. No pasa nada por darte un capricho de vez en cuando. Lo importante es volver a tus hábitos saludables en la siguiente comida y no usar un pequeño desliz como excusa para tirar todo por la borda.

La clave está en los hábitos

Perder peso no es fácil, pero tampoco tiene por qué ser una tortura. La clave está en hacer cambios pequeños pero constantes: comer mejor, moverte más, dormir bien y ser paciente. Evita estos errores y verás cómo, poco a poco, empiezas a notar resultados sin pasar hambre ni sufrir. Recuerda que cada cuerpo es diferente y que lo que le funciona a otra persona puede no funcionarte a ti. Lo mejor siempre es buscar el consejo de un profesional que te ayude a crear un plan adaptado a tus necesidades y estilo de vida.